Profesor

Profesor: José Hugo Goicochea

miércoles, 11 de mayo de 2016

capitalismo NEOLIBERAL


¿Cómo está distribuida la riqueza en el mundo? Un 0,7% de la población mundial tiene el 45,2% de la riqueza del mundo, mientras el 71% de la población mundial tiene solo el 3% de la riqueza. En el medio quedan dos franjas: un 7,3% de la población tiene el 39,3% de la riqueza, y el 21% restante tiene el 12,5% de la riqueza.

La colonización de África


La colonización de África


Antes de 1880 África era un continente casi desconocido. La ocupación europea se limitaba fundamentalmente a zonas costeras y desembocaduras de los grandes ríos africanos: Níger (que sirvió de vía de penetración para los ingleses), Senegal (para los franceses) y el Congo. La actividad de las Sociedades Geográficas y las exploraciones, especialmente de Brazza y Stanley, posibilitan el conocimiento de la cuenca del Congo como vía de acceso al interior del continente africano y estimulan la rivalidad de las potencias coloniales.

La primera zona de expansión colonial se realiza en el área mediterránea. La apertura del canal de Suez (1869) dejaba abierta la ruta hacia la India y China, y despierta la rivalidad de Francia y Gran Bretaña en el dominio del Magreb. El papel de Italia y España en la zona va a ser de meros espectadores. La ocupación de Túnez por Francia y de Egipto por Gran Bretaña fue el resultado de un juego de intereses complejos propiciados por la decadencia del Imperio Otomano. Egipto y Túnez eran provincias del Imperio Otomano. La decadencia turca posibilita su dominio por Gran Bretaña y Francia. Gran Bretaña pretendía, con el dominio de Egipto, el control del Mediterráneo Oriental y la ruta de la India a través del Mar Rojo, para más tarde, crear un Imperio en África Oriental, desde El Cairo hasta El Cabo (“imperio vertical”). Francia, por su parte, ambicionaba el dominio de todo el Magreb e inicia su expansión hacia Túnez. El domino de Túnez provoca el choque entre Francia e Italia, pero gracias al apoyo británico se consolida, finalmente, la conquista francesa en 1881. Túnez constituía un foco de atracción para la emigración francesa e italiana. El poblamiento italiano se hizo mucho más rápido que el francés (60.000 italianos frente a 16.000 franceses), pero la incorporación de Túnez a Italia hubiese permitido el dominio italiano del Mediterráneo central: Sicilia y Túnez podían significar una tenaza de cierre para el tráfico británico hacia el canal de Suez, motivo suficiente para que Gran Bretaña apoyase a Francia frente a las presiones italianas.

El apoyo británico a Francia en Túnez facilita su dominio de Egipto, y pone fin al conflicto franco-británico por el dominio del canal de Suez. Los orígenes de esta rivalidad se remontan a la construcción del canal, obra del ingeniero Ferdinand Lesseps con apoyo de capital francés. El endeudamiento de Egipto obligó a vender un importante paquete de acciones de la Compañía del Canal, hasta entonces monopolio franco-egipcio. Gran Bretaña aprovecha la oportunidad, y a través de la banca Rothschild, consigue el 40% de las acciones. Las dificultades financieras egipcias permitieron la creación de la “Caja de la Deuda Pública”, bajo el control franco-británico, lo que en la práctica significaba el condominio solapado de ambas potencias.

Del condominio se pasa al dominio británico tras la revuelta nacionalista y antieuropea que dirige Arabí Pachá en Alejandría (1881). Francia se inhibe y Gran Bretaña aprovecha la ocasión para ocupar militarmente Alejandría e imponer un condominio anglo-egipcio, fórmula peculiar de administración que respetaba, sólo teóricamente, la autonomía egipcia.

El fracaso en Egipto impulsará a Francia hacia la expansión en Marruecos y Norte de África. Para evitar el dominio francés del Magreb, Gran Bretaña abogará por las pretensiones españolas para limitar el dominio francés. España pretendía ampliar su zona de influencia en Marruecos. A principios del siglo XX, la ocupación de Marruecos se convertirá en uno de los ejes principales de las llamadas “crisis imperialistas” y alimentará el clima de tensiones anterior a la Primera Guerra Mundial.

IMPERIO BRITANICO



Imperio Colonial Británico

Publicado: 3 febrero, 2011 | Autor: Cine Silente Mexicano | Archivado en: 2. Imperio Colonial Británico, B. El imperialismo |Deja un comentario

A mediados del siglo XIX Gran Bretaña era la única gran potencia colonial en Europa. A pesar de su política librecambista conservaba un conjunto de dominios a escala mundial. Mantenía cinco tipos de colonias:

1- Puertos de escala, que aseguraban su domino de las rutas marítimas y conquistadas en su mayoría a españoles, franceses y holandeses (Malta, Corfú e Islas Jónicas en el Mediterráneo; Gibraltar, El Cabo, Isla Mauricio, Adén y Ceylán en la ruta hacia la India; Singapur y Hong-Kong en la ruta de China).

2- Factorías comerciales en la costa africana (Sierra Leona y Gambia). 

3- Colonias de Plantación, suministradoras de productos tropicales (Antillas, Honduras y Guyana). 

4- Los Dominios, eran, sin duda las principales piezas del Imperio Británico. Eran las colonias de poblamiento blanco: Canadá, Sudáfrica, Australia y Nueva Zelanda, destinadas a absorber los excedentes de población. 

5- La India, la mayor colonia de explotación. La joya de la Corona. 

La política colonial británica inició una profunda transformación a partir de la depresión iniciada en 1873. Las crisis de superproducción, la oleada proteccionista que cerraba los mercados europeos y la competencia alemana y norteamericana obligan a Gran Bretaña a basarse cada vez más en sus colonias. La crisis de 1882 y el declive de su hegemonía económica ante el dominio de las nuevas tecnologías industriales por Alemania y Estados Unidos acentúan esta tendencia. Las dificultades económicas se reflejaron en un sentimiento nacionalista de raíz popular, expresado a través de una prensa, decididamente colonialista. El “jingoísmo”, impulsado por las obras de Rudyard Kipling en donde se exalta el valor y la misión de la raza blanca (especialmente la anglosajona), contribuyó a su consolidación. 


Cuando, con su expansión en África, Gran Bretaña funda nuevas colonias de explotación, a las que añade el protectorado de Egipto y Sudán a principios del siglo XX, reunió un Imperio Colonial de 33 millones de kilómetros cuadrados y 405 millones de habitantes, el más grande y extenso que el planeta haya conocido. Sin embargo, la fuerte inversión financiera en las colonias, junto a la pérdida demográfica, y su retraso tecnológico con respecto a Alemania, se debilita su posición en Europa. 

Francia fue el otro país europeo capaz de crear un imperio colonial de dimensiones mundiales, aunque desde luego no comparable al británico. Francia había perdido su antiguo imperio colonial en el siglo XVIII (Guerra de los Siete Años). En 1830, durante el reinado de Carlos X, se había iniciado una tímida penetración en Argelia, aunque los inicios de la colonización francesa en el siglo XIX se realizan durante el II Imperio dentro de la política de prestigio de Napoleón II, cuando sigue la conquista de Argelia y se incorpora Camboya mediante el tratado de Saigón de 1862, que establecía la soberanía francesa en Cochinchina. Hasta la década de 1870 Francia no tiene una política colonial de amplias perspectivas. El afán de recuperar el prestigio internacional tras la derrota en el conflicto franco-prusiano de 1870-1871, y la crisis de 1873, empujaron a Francia hacia la aventura colonial. Finalizada la conquista de Argelia se inicia la de Túnez (1881) y completa el dominio de Indochina. La clave del expansionismo francés sería la conquista de las islas de Madagascar y Reunión, enclaves esenciales hacia sus colonias del Sureste asiático. La ocupación francesa de Laos amenazaba el Dominio británico de la India, y fue foco constante de disputas entre ambas potencias. La presencia del estado-tapón de Siam (Tailandia) redujo estas fricciones.



Continuamos con Inglaterra y su particular forma de organización económica y social... La cuestión es poder pensar si dicha estructura social inglesa, diferenciada de otras sociedades europeas, incide en la formación diferenciadas del tipo de sociedades en los países colonizados. Ayudó dicha conformación a que las colonias inglesas de América del Norte fueran y son hoy potencia mundial con respecto a los países que fueron colonizados por los españoles? Terminaron siendo potencias capitalistas, mientras los países colonizados por españoles y portugueses son precapitalistas, dependientes o aún mantienen un lazo dependiente y colonial con las nuevas potencias?

Decimos que es fundamental entender como se conforman las estructuras socio económicas de las distintas metrópolis países centrales ya que de estas dependen sus formas de organización política, es decir, sus superestructuras. Las condiciones materiales de una sociedad, es decir, la disponibilidad de recursos naturales abundantes y apreciados por el mercado mundial no son en si mismos, una condición de desarrollo. Una cosa es tenerlos y otra distinta es controlarlos para sus intereses estratégicos, entendiendo por esto, el productivo. El desarrollo burgués de finales del siglo XVI, todo el siglo XVII generaron en Inglaterra el perfil empresarial del naciente desarrollo capitalista. Por que si Inglaterra y no España? Como se explica que teniendo la vaca, Españá no toma la leche?

El sentido es claro. Resulta un contexto muy particular en el desarrollo económico y social de Inglaterra, donde la burguesía se consolida como clase social y proyecto político. El marco referencial para entender el surgimiento del CAPITALISMO MODERNO

lunes, 2 de mayo de 2016

Distribución de las riquezas a nivel mundial.


Este video explica brevemente lo que estuvimos dando el clases sobre la concentración de las riquezas en: los países más ricos y en un mínimo porcentaje de la población.


Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=vdFJ9lNdpwk

miércoles, 20 de abril de 2016

¿Qué es la democracia? Segunda parte.


Segunda parte del video visto en clases el día 6 de abril.


Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=UoP_mSIHqTY

         

¿Qué es la democracia? Primera parte.


Video visto en clase el día 6 de abril. Primera parte


Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=k8vVEbCquMw

miércoles, 13 de abril de 2016

Lapices que siguen escribiendo

Autor: Felipe Pigna
La crueldad no tenía límites en aquella Argentina ocupada de 1976 y esto estaba lejos de ser un defecto para los usurpadores del poder y sus socios civiles. Era para ellos una de sus virtudes aquella decisión “inclaudicable” de reorganizarnos, de llevarnos por la “senda de grandeza”, aquellos “objetivos sin plazos”, “aquel marchemos hacia las fronteras”, “el tiempo y esfuerzo, esenciales para cualquier logro”, el “achicar el Estado es agrandar la Nación” y todo esa  palabrería hueca que escondía el vaciamiento del país y la peor matanza de la historia argentina.
Aquella matanza contó con el aval explícito del Departamento de Estado de los Estados Unidos, como lo recordaba el ex embajador en nuestro país Robert Hill: “Cuando Henry Kissinger llegó a la Conferencia de Ejércitos Americanos de Santiago de Chile, los generales argentinos estaban nerviosos ante la posibilidad de que los Estados Unidos les llamaran la atención sobre la situación de los derechos humanos. Pero Kissinger se limitó a decirle al canciller de la dictadura, almirante César Guzzetti, que el régimen debía resolver el problema antes de que el Congreso norteamericano reanudara sus sesiones en 1977. A buen entendedor, pocas palabras. El secretario de Estado Kissinger les dio luz verde para que continuaran con su ‘guerra sucia’. En el lapso de tres semanas empezó una ola de ejecuciones en masa. Centenares de detenidos fueron asesinados. Para fin del año 1976 había millares de muertos y desaparecidos más. Los militares ya no darían marcha atrás. Tenían las manos demasiado empapadas de sangre”.1
El general-presidente Videla quiso convertir aquella masacre en una incógnita declarando que el desaparecido “no tiene entidad, no está ni muerto ni vivo, está desparecido”. La elección de la palabra no es aleatoria, es perversa en boca del verdugo, que no tenía ninguna duda sobre el destino de los prisioneros políticosy exhibía en público el terrible método elegido para atormentar aun más a los familiares: crear la incógnita sobre el destino de su ser querido. Aquel desconocimiento era parcial porque el horizonte del grupo familiar que sufría la pérdida era dramático y no era tan incógnito el destino sufrido por la víctima como conocer el lugar de detención y poder saber si seguía con vida. Sobre el resto no había incógnitas, había certezas, dolor, soledad y búsqueda incesante.
En aquel panorama la represión en los colegios secundarios fue muy dura, y apuntó a terminar con el alto nivel de participación política de los jóvenes en los centros de estudiantes y en las agrupaciones políticas.
Las invitaciones a vigilar y castigar pasaban de la conferencia de prensa a la sala de torturas y a la muerte. Muchos colegios secundarios del país tienen hoy placas conmemorativas de sus alumnos desaparecidos.
El hecho emblemático, “didáctico” de aquel terrorismo de Estado fue el que pasó a la historia como “la noche de los lápices”, aquella noche del 16 de septiembre de 1976 -21 aniversario del derrocamiento del primer peronismo por la autodenominada Revolución Libertadora- en la que fue secuestrado un grupo de jóvenes militantes secundarios de la ciudad de La Plata y alrededores. La que había sido la ciudad Eva Perón era ahora el reino del general Ibérico Saint James, autor “literario” de la inolvidable frase: “Primero mataremos a todos los subversivos, luego a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, luego a los indiferentes y por último a los tímidos”.
En la corte de Saint James había personajes de la talla del general Camps y su mano derecha -curiosidades de la literalidad- el comisario Miguel Etchecolatz. Fueron ellos los responsables directos del secuestro, tortura y muerte de estos jóvenes, para los que nadie reclama inocencia según los parámetros de una dictadura culpable por naturaleza y que salen honrados de la vergonzosa afirmación que aún hoy campea por estas tierras, ese “algo habrán hecho” que tanto daño hizo y hace.
Claro que hicieron algo, mucho. La mayoría de ellos provenían de hogares de clase media, no tenían problema en pagar el boleto de colectivo, pero sabían que había muchos de sus compañeros que no, que ya a esa corta edad tenían antigüedad en sus trabajos y que había que conseguir el boleto estudiantil para todos. Comenzaron a organizarse en cada colegio y del colegio al barrio y de ahí a la zona y nació así la Coordinadora de Estudiantes Secundarios que nucleaba a miles de ellos de todos lados y logró arrancarle al gobierno de Isabel aquel derecho. Fueron días de festejo acotado, corrido por gases y vigilado de cerca por la Triple A.
Producido el golpe, la estrategia fue suspender en agosto de 1976 la vigencia del boleto estudiantil y esperar la protesta y que los estudiantes volvieran a luchar por lo que les correspondía. Lasrazzias duraron dos meses y el pico de detenciones se produjo aquella noche de septiembre.
Recuerda Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes de aquel horror que: “Hay un documento de la Jefatura de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que se llama específicamente La Noche de los Lápices. Ese documento, firmado por un comisario mayor Fernández, en ese momento asesor del Consejo del general Camps y Etchecolatz, hablaba de que luego de desarticulados política e ideológicamente los sectores “subversivos” como universitarios, barriales, trabajadores, la piedra angular eran los “potenciales subversivos”, que eran los estudiantes secundarios que eran líderes en sus escuelas. Ellos hablaban de “semillero”, de “potenciales subversivos”.
Los jóvenes secuestrados en aquella “Noche de los lápices” fueron arrancados de sus casas en la madrugada y llevados inicialmente a la “División cuatrerismo” de la policía bonaerense, donde funcionaba el centro clandestino de detención conocido como “Arana”. De allí pasaron a la División de Investigaciones de Banfield, tristemente célebre como el “Pozo de Banfield”.
Allí conocieron el  horror en toda su expresión: “Nosotros, en el Pozo de Banfield, éramos adolescentes que teníamos a nuestro cuidado mujeres embarazadas. En el período en que nosotros estuvimos, desde septiembre a diciembre de 1976, fuimos testigos de tres partos. A nosotros, que teníamos entre 15 y 17 años, nos ponían en un calabozo con una compañera embarazada a punto de dar a luz y cuando ellas empezaban con trabajo de parto teníamos que golpear fuertemente la celda. Estábamos en el tercer piso y hoy se sabe que en el segundo piso de donde estábamos nosotros estaba la sala de parto del médico (Jorge) Bergés. Tuvimos tres situaciones de ésas. Golpeábamos la celda, las venían a buscar y después escuchábamos el llanto del bebé. Nosotros, tanto los adolescentes que estábamos en el traslado final como las mujeres embarazadas, a las que el único cuidado apuntaba a lo que tenían dentro de la pancita, éramos residuos. Como tales, éramos mantenidos. No teníamos un destino presupuesto”.2
Allí padecieron la tortura, simulacros de fusilamiento y el vano intento de imponerles otra mentalidad, la forma correcta de “procesar” aquel país y aceptarlo tal cual era en 1976, un país atendido por sus dueños. Tuvieron sus cuerpos pero no su obediencia. Como dicen las pancartas de los estudiantes de hoy, aquellos lápices siguen escribiendo.
Referencias:
1 Declaraciones de Robert Hill, embajador norteamericano en la Argentina durante la primera etapa de la dictadura militar, en El Periodista, Buenos Aires, 23 de octubre de 1987.
2 Reportaje a Pablo Díaz en Felipe Pigna, Lo pasado pensado, Buenos Aires, Planeta, 2005.

Fuente: http://www.elhistoriador.com.ar/articulos/dictadura/lapices_que_siguen_escribiendo.php